ESTAMBUL
Desde mi ventana, me cantan en lo alto las gaviotas blancas. Estambul se muestra, coqueta y cercana, mientras yo descanso en su regazo, me entrego y la amo.
Su gente se alboroza sonriendo al destino en las aceras, se llama a gritos desde el balcón soleado.
A lo lejos, la media luna me saluda orgullosa ondeando al viento.
¡Ay Estambul!, madre de mil vientres es tu tierra y tu vida, tu gente y tu historia.
Oriente y Occidente se estrechan la mano en ese mismo océano que las separa, donde nosotros, hijos de este tu mar, compartimos un mismo destino sin fronteras.
Quiero unirme a la gaviota, desplegar mis alas para acariciar tu viento; quiero besarte desde el cielo y recorrerte en mi vuelo sin tiempo.
Alba Seoane
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