Publicaciones:
El Mar de Venus. Editorial Hijos del Hule. Barcelona (2010).
Ferro, el Muñeco de Hojalata que Quería ser un Niño con Corazón. Ediciones Gentle Noise. Barcelona (2011).
La Habitación de los Pájaros. Premio Relatos Románticos (2012). Publicación en antología Ese Amor que Nos Lleva, Ediciones Rubeo. Barcelona.
Microrrelato. (Antología). Epidermis. Barcelona (2012).
De tu boca, el despertar (poemario). Ediciones Carena (2013, Barcelona).
Todas las primaveras son pecado (poemario). Ediciones Carena (2016, Barcelona)


jueves, 28 de abril de 2011

MONÓLOGO DE UNA MUERTE
A tantos metros bajo tierra y aún creo escuchar los latidos de mi corazón.
Aquí, la vida microscópica llena todos los recovecos de mi cuerpo, dándome una nueva vida y consistencia.
Recuerdo: el mar enfurecido, la tormenta; soltaste mi mano, yo te buscaba con los ojos llenos de pena, una vez más…
Seguí tu rastro en la arena, gritando tu nombre al viento, con mi amor sin destino entre las manos.
Solo el eco de tu silencio me respondía.
Un pie que se adentra en la orilla, los cabellos empapados de lluvia, la mirada perdida. Creí que allí te encontraría, Amor.
El mar es tan dulce cuando se enfada. Ya casi te veo. Un poco más. Dentro, dentro…
No sabía que se podía danzar con las olas.
Una larva ha anidado en la cuenca de mis ojos, quizá en poco tiempo sea testigo de su procreación.
Yo también quise ser madre.
Recuerdo: “me siento el vientre vacío, Amor”, te dije una noche. “Necesito más vida de la que tengo”.
Giraste la cara, olvidaste la sonrisa. Musitaste algo para tus adentros.
“Y cómo voy a seguir sosteniendo un amor que no se comparte ni continúa”. “¿Tenemos continuación?”, susurré a tu oído con el pecho encogido.
Callaste.
Ahora al fin soy madre, ahora que no debo arrastrar mi cuerpo ni mis ganas.
Porque observando mi propio espacio en esta tierra tan llena de vida, aprendo.
Aprendo que como todo lo que me rodea yo también seré de nuevo: una hormiga, una flor, un grano de arena…
Porque la Tierra es demasiado madre para olvidarme. Porque ella es eternamente fértil, cíclica.
Madre de mil vientres, que a todos acoges en tu seno infinito.
La vida es demasiado vida para simplemente desaparecer.
Ojalá hubiera sabido todo esto antes, cuando la muerte era mi mayor angustia.
Ojalá hubiera entendido que este es el mayor y más simple amor que puede haber en mí.
Recuerdo: que mi cuerpo fue cuerpo de piel y huesos un día. Sobre todo, aquella noche, cuando embriagados por el vino caímos al suelo, enfurecidos de sexo. Nos rasgamos la ropa, nos mordimos con los ojos, las pupilas dilatadas, lamiendo cada rincón, cada pedazo de piel.
Yo lloré de alegría, tú gritaste mi nombre clavándome los dedos en la espalda.
Y entonces, entonces supe lo que era el deseo en mi carne.
Aún puedo recordar, sí, y creo que eso nunca acaba. El recuerdo nunca se extingue porque pertenece al alma.
Ya casi no me veo, allí donde estaba, en la tierra. Hoy empezaron a nacerme alas, he comenzado a volar.

Alba Seoane


El que me guía…
El señor del desierto, su guardián, guía mi camello, mi vida…
Le observo, me agarro a su túnica azul con los dientes. Me entrego.
Llévame, señor desértico, con ojos de luna y la danza de tu viento en los pies.
Guía mi paso con la fuerza de tus piernas, enraizadas en la arena de tu infancia, alimentadas por el eterno sol que te acompaña.
Tu camino parece tan seguro e infinito que te temo.
Pero te sigo… Sí.
Arráncame la piel de arena con las uñas, prefiero el manto estrellado de tu cielo en mis noches.
No me encuentro el cuerpo entre tanta verdad.
La Verdad es Muerte, sí, pero esta muerte y no otra. Porque la muerte es tu desierto, señor guardián, señor amante de estrellas, y tú la posees sobre tu camello y mi cuerpo de ave.
No quiero seguir pensando lo que en realidad no Eres, porque prefiero el Ser, señor Viento, señor Guardián, señor Camello. Esparcida en la arena, invisible en tu cielo, amamantada por tus mil soles y lunas.
Solo te pido… Vuelve a mí algún día. Permíteme ser Verdad y morir con una sonrisa verdadera en los labios: de sol y de arena.

Alba Seoane
Me llaman Desierto
Un bramido ahogado a lo lejos, los camellos dejan su huella en mi camino de arena,
Mientras yo, envuelta de silencio, me cubro el rostro melancólico con las manos.
Desierto, eterno desierto, siempre estuviste en mí.
El desierto no es sino muerte, dulce y placentera. Como un sueño profundo que nunca acaba.
Ahora, muerte, ya no me asustas, porque este todo tan vacío llena mis miedos y ausencias.
Porque entre las dunas nada perdura, todo fluye y se desvanece, en el aire…
Arena que acaricia: mis ojos, mis manos, mis senos, mi sexo…
Quiero librarme de todas mis ropas y engaños, ofrecerte lo que soy y aún no reconozco: piel, carne, sonrisa, amor y deseo. Desnuda en tu viento. De tanto que te he añorado, mi desierto.
Nada más importa, solo las sombras de mi camello en tu cuerpo ondulado, la ingravidez de lo sólido que hay en ti…
Te envidio, sí, y te quiero.
La senda de mis ojos se pierde en tu horizonte infinito, mientras camino con las piernas de mi camello, a cuatro patas, arrastrando la mentira de un dolor en los cabellos, hundiéndome sólida en tu tiera
Me siento tan húmeda, tan viva y tan muerta. Tan seca en mi memoria.
Este es mi desierto, mi alma de arena y silencio, en el eco de mi propia inexistencia. Libre al fin.

Alba Seoane

jueves, 14 de abril de 2011

POSTALES DE VIDA
SIN DESTINO

04-julio-2005 Londres, Reino Unido

Amor mío, esta mañana me he despertado con el sabor de tu boca en los labios. Un sabor un tanto impreciso e indescriptible. Porque me hace pensar en la amargura del café y la textura del trigo. Y por eso sé que es tuyo, mío…
Por eso sé que aún lo espero, bajo esta lluvia de verano eterna, que moja las calles vacías de Londres y de vida.
Solo puedo sentir, sentir la caricia de tus manos en el viento, tus susurros en la lejanía de las voces ajenas, tu presencia en mi ausencia presente… ¿Cuándo vendrás a por mí, mi amor?
Yo también quiero dejar de soñar: amarrarme a tu cuerpo con todos mis brazos, hundirme en tu silencio y tu verdad. Te amo, sí, porque no sé amar, y porque solo conozco la teoría del amor.
Sin embargo, sé que quiero comerte la carne, poco a poco, clavar mis dientes en tu ombligo, hundirme en tus entrañas… Chuparte la vida con mis ganas.
Espera, espera… No puedo esperar más, quiero salir desnuda a la calle, correr con la boca abierta, tragar tu lluvia, ahogar en ella mi lengua; entregarme a esta ciudad, exponerle mi sexo abierto y melancólico, sin vergüenza, meu amor.
Pero voy a dejar de escribirte, mi amor, al menos por un tiempo, porque el pudor empieza a consumirme y yo, yo necesito vivir sin tener que buscarte. Mis noches parecen cada vez más largas, mis mañanas menos mías, más tuyas… Necesito desvestirme frente al espejo, apretar la imagen de mis senos con fuerza, recordar que sigo aquí, aun habiendo dejado de recordar.




04-julio-2010 Sao Paulo, Brasil

Buenos días, mi amor, sí, sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te escribí, pero he necesitado ese tiempo para encontrarme y seguir buscándote.
Tus pasos me han traído hasta aquí, alejándome de mi pasado y tus recuerdos. Sin embargo, ¿por qué sigo recordando? Vine para olvidar, pero te sigo escribiendo.
Aquí los veranos son tórridos, la piel se siente como una gruesa cáscara donde arden los sentidos, las sonrisas se transforman en muecas espantosas, y los gestos, bajo este sol, parecen mucho menos amistosos.
¿Y tú? Me pregunto dónde estarás, qué estarás haciendo. Yo, la mujer del espejo, me sigo despertando con los senos entre las manos y ese sabor tuyo a café y trigo en los labios, cada mañana… Sigo tocándote en el viento, divisándote en todos mis horizontes. Ya no sé por dónde más seguirte, mi amor. Qué país, qué tierra, qué cielo recorrer; qué manos, pecho o vientre te dibujan. Dónde te he podido perder, cuándo.
Se escucha un llanto a lo lejos, creo que es el mío.
Seguiré buscando.




5-julio-2012 Estambul, Turquía


Amor, ayer olvidé escribirte. Es que los tulipanes ya han florecido en Estambul, y la música inunda las terrazas de sentimiento. La gente sonríe, baila… ¿O soy yo la que está bailando?
Y esa melodía… No podría escribirla, solo cantarla. Aquí los ojos tocan, y las miradas acarician, pasean de la mano.
Tengo que hablar de esta sensación: siento haber estado aquí alguna vez, o tal vez siempre, pero el caso es que aquí me encuentro, volviendo atrás en el tiempo, yo que tanto quería olvidar.
Quizá se trataba de seguir el camino inverso de nuestros pasos, yo, tú, amor.
Ayer navegué por el Bósforo, en medio de dos grandes mundos, buscando el mío. El navío se detuvo, la bandera turca ondeó al viento, una gaviota me entretuvo con su vuelo.
No voy a seguir escribiéndote, porque prefiero vivirte, Amor.

Alba Seoane