PLAYA NUDISTA
Miro a mi alrededor y solo veo cuerpo: el cuerpo
deja de asombrar cuando ya ha sido descubierto, desnudo y sin miedo. Naturalizado.
Para eso algunos requieren de
tiempo, y me refiero a esos señores con gorra y mirada lasciva que, clandestinos,
otean el horizonte escondidos tras su visera.
Pero, salvo esas excepciones de
la inteligencia, las razones del nudismo prevalecen porque son sensatas. Rápido
se entiende que lo agresivo es el ojo vestido y no el cuerpo hallado, es
entonces, solo entonces cuando se deja de ver.
Todo es la misma carne uniforme,
oscura, rosada, tersa, enarenada…
Nunca me había sentido tan parte
de un todo.
¡Te siento tan inocente! ¡Tan
limpio sin ropa! ¡Tan, tan… todo! Es como si pudiera descifrarte el alma.
Ahora imagino el traje como un
disfraz del yo, ese que convierte al ojo en un triste desvío del corazón.
¿No sería más fácil dejar de
mentir y retornar a tu origen?
El cuerpo es único y tiene todas
las respuestas porque no fue inventado: está por descubrir.
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